La semana pasada Íñigo se quedó a dormir en mi casa y cuando fuimos a rezar por la noche tenía muchas ganas de juerga. Así que rezamos el Jesusito de mi vida entre los dos: “Jesusito de mi vida, tú eres Niño como yo. Por eso te quiero tanto y te doy…¡¡¡CHUCHES!!! Se ve que de momento son más importantes las chuches que el corazón.
Desde hace unos años está de moda mandar a los niños en el colegio “a pensar” en lugar de castigarlos. Así que un día que Sergio, que todavía no ha cumplido los tres años, había apartado algunas cosas en el plato de comida, le dijo su madre: “¿Y esto?”. Y él contestó: “A pensar”
Jajaja. Muy buenoooo.