Repasando el blog he caído en la cuenta de que hace mucho que no publico ninguna jaimitada. El protagonista esta vez es Íñigo, que es el pastelero de la foto y tiene 4 años. No sale su cara y es una pena porque es muy guapo.
Hace dos semanas se quedó a dormir con sus hermanos en casa de los abuelos. Como es el más pequeño, lo acostamos antes que a los demás y para convencerle le dije que le contaba un cuento. Le pregunté:
-¿Te sabes el cuento de Caperucita Roja?
-No
-Érase una vez… y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
-Ahora el de los tres cerditos.
Y aquí empezaron los problemas porque no me acordaba muy bien y él me iba corrigiendo. Cuando terminé, me dijo que se quería ir con sus hermanos. Así que me empecé a inventar uno en que los protagonistas eran él y el resto de la familia. Y otra vez:
-Y colorín colorado…
-No, no se ha acabado. Este cuento es muy largo. Es larguísimo…
En ese momento llegaron a acostarse los demás y pude dejar mi trabajo como “cuentista”.
La verdad es que no hace falta mucho tiempo para contarle un cuento a un niño antes de dormir y les gusta tanto que creo que es una buena inversión.
!Ay madre mía! No es tan fácil conformarlos, pues siempre quieren más y al final creo que va a ser mejor dejar que sean los niños quienes nos cuenten las las historias , se aburren y se duermen antes, soy muy experimentada en estos avatares. Por si le sirve a alguien. Un saludo